A veces pensaríamos que el silencio es la ausencia de palabras; pero es en ese silencio que Julio Ferro pone en las tablas que pululan las palabras, los versos y los sentimientos más hermosos, dulces y líricos, incluso más contundentes que los fonemas que pueden salir de nuestros labios. Sus ojos, su boca y cada arruga de su piel muestran un pequeño fragmento de estos 50 años de trayectoria no solo artística, sino humana, a la que desde esta página rendimos homenaje.

 

En el trabajo de Julio se descubre, no sólo un rico rigor expresivo, sino también una síntesis maravillosa de maestro, que brota de la sencillez y efectividad narrativa gestual que le es inherente, haciendo hablar al cuerpo, los sonidos y el espacio vacío, con lenguajes que cincelan la vida y esculpen los sentimientos más profundos sobre el tejido de nuestras tragedias.

 

Su vida ha estado situada en el arte y la educación; dos factores que rodean su trayectoria y entrega a la sociedad. Es un maestro en todo el sentido de la palabra. Ha ayudado a formar artistas y personas amantes del arte y el teatro con sus enseñanzas. Ha invadido de sonrisas, entusiasmo, amor y entrega a muchas generaciones. Un trabajo que va más allá de mostrar trabajos, porque cultiva sensibilidad, expresiones y pasiones.

 

Ferro se ha caracterizado por su trabajo constante desde hace varias décadas. Posicionado como uno de los pioneros esenciales y más importantes mimos de Colombia, padre y gestor de todo un amplio movimiento de teatro gestual y pantomímico en Colombia y en América Latina, que persiste en la búsqueda de las utopías gestuales, silentes, carnavalescas y festivas, así como cínicas y brechtianas profundamente ontológicas y existenciales.

Cuenta con una formación que incluye la participación en importantes eventos de alto rigor en el uso de la técnica y en la exigencia de la estética corporal, talleres de actuación, entrenamiento y expresión corporal, pantomima y dramaturgia en Colombia, Argentina, México, Francia y Alemania.

Julio ha generado procesos importantes en el Teatro no Verbal y en formación de actores, liderando además diversas agrupaciones artísticas.

No en vano su vida ha transcurrido entre la academia, las tablas, el trabajo comunitario y los espectáculos. Entre sus creaciones se encuentran: Juegos para una efemérides, Vía a la fantasía, Cuentos para soñar, Beso de América, Signos de amor, Trashumantes, Ahí viene la plaga, Maldita Yenni, El Mundo, La Historia de un caballo que era bien bonito, Aquí no ha pasado nada, Abrazantes, Desapariciosos, La vida es una sola, Sirviendo y Cumpliendo y Pa’ mis adentros.

 

Gracias a su entusiasmo por dejar un legado, decidió junto a su hija, crear Producciones El Mimo, una compañía de teatro donde van quedando guardadas cada silencio, gesto y movimiento de El Mimo en el escenario, junto con sus aprendizajes, vivencias, momentos, locuras, lágrimas y alegrías de años de entrega a una de las labores más importantes: la creación del arte y la cultura de una sociedad.

 

El arte de Julio Ferro al igual que el de otros artistas, está ligado a un contexto social y político. Un contexto que por muchos años se aferró a la violencia, a la guerra y al dolor. A una Colombia que nació entre el llanto de madres, padres e hijos huérfanos, donde El Maestro del gesto encontró en el arte un arma y una fuerza o escapatoria a esas ruinas que quedaban de país, decidiendo entonces reconstruirlo a su manera, haciendo de sus montajes un fragmento de esperanza, una visibilización de las víctimas y un homenaje a los héroes de ese conflicto incesante y sangriento.

Sus performances exploran sentimientos como la esperanza, la desaparición forzada y el abandono que cualquier persona podría sentir en un país cuyo contexto político y social lo conducen a sentimientos y pensamientos extremos. Un país en donde la tragedia se vuelve cómica y lo cómico parece ser, el único recurso para volver a sonreír en medio de un contexto que abruma las posibilidades de vivir y seguir siendo dignos más allá de cualquier condición externa. En la puesta en escena son pocos los elementos reales y los lo son se encuentran cargados de simbolismo.

 

A los grandes hay que homenajearlos, hacerlos sentir bien, valorarlos; pero sin duda la mejor forma de decirles que son importantes para un país, es mostrando su legado. Por eso el Teatro La Mama, uno de los más históricos de Colombia quiere dedicarle un mes a él: a su vida, legado, memoria y esfuerzo en construir silencios llenos de significado en tanto ruido que abunda en la ciudad y el país.

Los esperamos en el mes de Agosto a ser parte del Homenaje a Julio Ferro.

 

Equipo Teatro La Mama

teatrolamama.com.co

 

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